miércoles, 24 de diciembre de 2014

Comprar gafas de sol

Con los ojos muy abiertos. Sabe que es el siguiente. El que está a mi lado descubre la línea que sale del espejo. Ahí está. Un haz de luz. Casi imperceptible. Un hilo fino. Como una aguja. Que empieza en el cristal y termina en la frente del tercer hombre. Al instante cae muerto. Así es como nos van a matar a todos. Tres segundos entre una y otra ejecución. El cuarto hombre es el del cuello roto. Ya está muerto pero el robot que hace de verdugo está programado para Comprar gafas de sol a ocho. Otro haz de luz cruza la habitación de una pared a otra.

Hasta su cabeza. En la frente. Muerte al muerto. Y ahora quedamos cuatro. Yo vuelvo a gritar. Lo hago por instinto. Ni siquiera sé lo que digo. El que está a mi lado insiste. Hazlo. Cierra los ojos y visualiza esa imagen. No puedo. Tengo los ojos abiertos. Veo al quinto morir. No soy capaz de cerrarlos. Sólo quedamos tres. El que está a mi lado sí puede cerrar los ojos. Está tranquilo. Su pantalón está manchado. También se lo ha hecho encima. Click aquí él no patalea. Él sabe morir.

Se clava el haz de luz en la frente del sexto hombre y ya sólo quedamos dos. El que está a mi lado sonríe. Con los ojos cerrados sonríe. Yo dejo de patalear. Voy a morir. Paralizado lo asumo. El que está a mi lado da una cabezada y paralizado asumo que ahora me toca a mí. En la habitación ya no respira nadie. Soy el último vivo. En un momento se acabarán todos los momentos. Cierro los ojos. Obedezco al que estaba a mi lado. Al que acaba de morir. Y busco esa imagen. Aprisa. Mi último recuerdo. Luego un haz de luz perfora mi frente. Un agujero se hace con lo que estoy pensado. Un punto negro devora mi última imagen y Ana está desnuda sobre la cama cuando me dice que tenga cuidado.